Los ataques de ansiedad son muy frecuentes en nuestros días. Todos hemos sabemos de alguien que ha sufrido alguna vez en la vida este tipo de evento emocional. ¿Pero sabemos realmente lo que son? ¿Tiene solución?
En este artículo intentaré dar toda la información sobre los ataques de ansiedad que considero relevante para que puedas comprender lo que ocurre en nuestro cuerpo cuando experimentamos uno de ellos. Tranquilo, que hay terapia validada científicamente para este problema.
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Contenido
- 1 ¿Qué es un ataque de ansiedad?
- 2 ¿Cuáles son los síntomas de un ataque de ansiedad?
- 3 ¿Cómo se detecta un ataque de ansiedad?
- 4 ¿Qué hacer en caso de un ataque de ansiedad?
- 5 ¿Qué hacer para evitar los ataques de pánico?
- 6 ¿Qué tratamiento es eficaz para los ataques de ansiedad?
- 7 Causas de los ataques de ansiedad
- 8 Ataques de ansiedad durmiendo
- 9 Descripción de ataques de ansiedad
- 10 Ataques de pánico con agorafobia
- 11 Conclusiones
¿Qué es un ataque de ansiedad?
Un ataque de ansiedad o pánico es la aparición durante un periodo determinado de tiempo de miedo intenso o malestar de manera súbita. La duración normal de estos episodios suele rondar los 10-30 minutos y pueden ocurrir en cualquier situación. Pero en algunos casos puede prolongarse durante horas. Este malestar está acompañado por un impulso de ganas de escapar.
Normalmente las primeras veces que sufrimos estos síntomas, no sabemos qué nos está ocurriendo, y es normal sentir aún más miedo de las sensaciones fisiológicas que sentimos. Suelen aparecer en momentos en los que llevamos sufriendo episodios largos de estrés.
Generalmente malinterpretamos estas sensaciones y creemos que estamos sufriendo un ataque al corazón, que nos vamos a desmayar, que nos estamos volviendo locos, que nos falta la respiración y nos vamos a ahogar o que vamos a perder el control.
Este tipo de creencias hacen que el miedo sea aún mayor, por lo que la experiencia subjetiva es de un malestar muy intenso. Normalmente, cuando conocemos lo que nos pasa, dejamos de catastrofizar y somos capaces de entender que es simplemente una emoción que no supone peligro alguno, lo que nos hace relajarnos y poder gestionar mejor este tipo de ataques o crisis.
¿Cuáles son los síntomas de un ataque de ansiedad?
Los síntomas de los ataques de ansiedad son muy variados y pueden aparecer en cualquier tipo de situación. Por eso, para ojos no expertos pueden ser realmente difíciles de identificar. Todos ellos pueden suponer serios problemas para la calidad de vida de la persona que los padece.
En la literatura científica se han descrito hasta 13 síntomas, que son los siguiente
Incremento brusco de la sensación de ansiedad y miedo: se trata del síntoma principal. Generalmente el miedo es debido a la malinterpretación de las sensaciones fisiológicas. Solemos pensar que nos ocurre algo realmente horrible y la sensación de que algo peligroso va a ocurrir inminentemente dispara nuestro malestar y miedo.
Taquicardia: El miedo y la ansiedad activan el sistema simpático, lo que hace que se eleve nuestro ritmo cardiaco. Como todas las emociones, modifica nuestra fisiología para intentar adaptarnos mejor al medio. Cuando el miedo está presente, normalmente requerimos de una respuesta de escape, por ello, nuestro cuerpo se prepara incrementando la tasa cardiaca para mandar más oxígeno a los músculos.
Palpitaciones fuertes: En la misma línea del síntoma anterior, nuestro cuerpo reacciona para oxigenar los músculos. Por ello las palpitaciones son más fuertes. Además, la sensación se multiplica cuando atendemos a ella, por lo que es normal que al centrarnos en las palpitaciones, estas se hagan molestas.
Aumento de la temperatura corporal: Nuestro cuerpo se prepara para actuar, por ello, al enviar más sangre a las zonas periféricas del cuerpo, podemos tener la sensación de aumento de la temperatura. Al final se trata de una estrategia del cuerpo para ejecutar mejor la conducta de huída.
Sudoración: En la misma línea de todas las sensaciones físicas, el cuerpo se refrigera para poder correr con más eficiencia. Por eso, al experimentar un ataque de ansiedad o pánico, podemos sentir que sudamos en exceso.
Temblores: Los temblores se producen por tensión muscular. Ten en cuenta que para poder huir con rapidez, necesitamos tensar los músculos. Lo que ocurre es que en un ataque de ansiedad, solemos estar quietos. Al final, los temblores son fruto de esa tensión muscular desaprovechada.
Desrealización: Este síntoma es de corte más cognitivo. Se refiere a la sensación de que lo que ocurre no es real. Se produce fruto de la alta activación que tenemos en el cuerpo. Aunque puede asustarnos mucho, no es peligrosa.
Despersonalización: En la misma línea del anterior síntoma, se trata de una reacción cognitiva en la que nos sentimos fuera de nosotros mismos. En el contexto de los ataques de ansiedad no es peligrosa.
Temor a morir, a perder el control o el conocimiento: Se trata de uno de los pensamientos más comunes cuando experimentamos un ataque de ansiedad o pánico. La realidad es que debido a la ansiedad no podemos morir (podría ocurrirnos debido a otra patología). El control, por mucha ansiedad que tengamos siempre será nuestro, y no haremos nada que no queramos realmente hacer.
En el caso del desmayo, la respuesta de ansiedad es incompatible, ya que en este caso, la tensión arterial sube, mientras que en los desmayos baja. Solamente en los casos de fobia a la sangre o al daño, se producen desmayos frecuentes, y es consecuencia de lo que se denomina síncope vasovagal. Aunque en ciertos pacientes con ataques de pánico, sí que se han registrado desmayos. Pero a ver, no es lo más común, por lo que si no te has desmayado nunca… ¿Por qué vas a hacerlo ahora?
Sensación de ahogo: La sensación de ahogo se produce por hiperventilación. Es decir, por respirar demasiado rápido. La realidad es que tenemos oxígeno de sobra en nuestro cuerpo, por lo que el ahogo es imposible. El problema de este síntoma, es que al interpretar que nos ahogamos, intentamos hacer más profunda la respiración, lo que nos produce más hiperventilación,
Sofoco: Fruto del aumento de la temperatura, podemos experimentar la sensación de sofoco. Es un síntoma que si aparece junto con otros, puede llegarnos a agobiar mucho, pero como los demás, no es peligroso.
Opresión o malestar torácico: Debido a la tensión muscular, y a los intentos por coger más aire, puede aparecer la presión en el pecho. Normalmente malinterpretamos esta sensación creyendo que es un ataque al corazón, pero no es así. Solamente es tensión muscular.
Sensación de entumecimiento u hormigueo: esta sensación, de nuevo, se produce por la tensión muscular. Normalmente cuando tenemos los músculos tensos y atendemos a esa parte del cuerpo, notamos hormigueo. La sensación puede asustar porque creemos que se trata de un íctus, pero nada que ver, solamente es tensión muscular.
¿Cómo se detecta un ataque de ansiedad?
Normalmente, las primeras veces que experimentamos un ataque de ansiedad es muy difícil para la persona detectarlo. Probablemente porque aparecen en cualquier tipo de situación y de manera súbita, no tienen por qué estar asociados a problemas de la vida diaria. Se requiere de un diagnóstico por parte de un experto.
Hay muchas enfermedades orgánicas que tienen síntomas similares, por ello, es necesario descartar toda patología médica antes de diagnosticar los ataques de ansiedad. Normalmente las personas que sufren ataques de pánico anticipan cognitivamente que sufren enfermedades físicas, generalmente el diagnóstico no tiene nada que ver con lo que ellos esperan.
Normalmente, las personas que sufren estas crisis de manera frecuente, son capaces de identificarlos sin problema, ya que los síntomas suelen ser parecidos.
La recomendación general es que si sientes alguno o varios de los síntomas descritos más arriba, acudas a un profesional que diagnostique con rapidez lo que está ocurriendo.
Los ataques de ansiedad responden realmente bien al tratamiento, pero si no nos ponemos en manos de un profesional, corremos el riesgo de que empeoren y comiencen los síntomas de agorafobia. Por eso, te recomiendo que visites a un profesional sanitario lo antes posible.
¿Qué hacer en caso de un ataque de ansiedad?
Lo primero que debemos saber es identificar un ataque de ansiedad. Para ello, como te decía en el apartado de arriba, necesitamos ser diagnosticados adecuadamente por un profesional. De esta manera nos evitaremos problemas futuros.
Una vez sepamos que lo que estamos sufriendo es un ataque de ansiedad, lo más útil en este momento es intentar desviar la atención de los síntomas. Normalmente cuando aparecen, solemos reaccionar con miedo ante ellos, lo que acelera nuestra respiración y hace que se intensifiquen los demás síntomas.
Lo primero asumir que se trata de un ataque de ansiedad, y por tanto, no es peligroso lo que nos está ocurriendo.
Normalmente, la ansiedad se incrementa cuando atendemos a las sensaciones corporales que experimentamos. Por ello, es útil intentar hablar con alguien o distraernos haciendo una actividad que consuma todos nuestros recursos atenciones.
Si dominamos alguna técnica de relajación, la podemos poner en marcha en estos momentos. De esta manera conseguimos desactivarnos fisiológicamente. Es importante resaltar que el dominio de la técnica tiene que ser alto, de lo contrario, corremos el riesgo de empeorar nuestros síntomas.
Otra buena forma de cortar un ataque de ansiedad, es incrementar el CO2 en sangre. Normalmente la activación fisiológica se produce por la alta cantidad de oxígeno en sangre. Ten en cuenta que si cogemos mucho oxígeno, el corazón tiene que bombear más rápido para poder enviarlo a todas las partes de nuestro cuerpo. Por ello, podemos utilizar las dos manos para ponerlas cerradas cubriendo la boca y la nariz. Siempre dejando algo de espacio para no ahogarnos. De esta manera, respiraremos aire con más concentración de CO2, y pronto las sensaciones remitirán.
¿Qué hacer para evitar los ataques de pánico?
La mejor manera de evitar los ataques de pánico es quitarse el miedo que producen las sensaciones físicas de la ansiedad.
El modelo explicativo de los ataques de ansiedad, postula que estos se producen por una maliterpretación de las sensaciones físicas que hacen que reaccionemos con más miedo.
El tratamiento validado para los ataques de ansiedad y la agorafobia, se centra principalmente en eso. En que reinterpretemos las sensaciones y perdamos el miedo a experimentarlas.
La clave para evitar los ataques de ansiedad, paradójicamente, es dejar de intentar evitar estas crisis. Exponerse gradualmente a las sensaciones y situaciones que nos dan miedo y a los lugares en los que estas sensaciones son más probables. Poco a poco, recuperaremos nuestra vida.
Tenemos que tener en cuenta, que en este tipo de casos, en los que los ataques de ansiedad están instaurados, la recuperación espontánea suele ser muy baja. Pero el tratamiento cognitiva conductas es realmente eficaz y en pocas sesiones experimentarás una mejoría significativa.
¿Qué tratamiento es eficaz para los ataques de ansiedad?
El tratamiento o terapia de elección para el trastorno de pánico con y sin agorafobia es psicológico. En concreto, el programa para el control del pánico de Barlow y el programa de terapia cognitiva de Clark.
En ambos programas se le da importancia a la educación del paciente respecto a las emociones. Para que entienda que los ataques de ansiedad son solamente eso, eventos emocionales. Una gran parte de pacientes, deja de tener ataques de ansiedad al comprender cómo funcionan.
Dependiendo de los niveles de ansiedad que tenga el cliente, se puede introducir al inicio de la intervención una técnica de relajación para que pueda gestionar rápidamente su activación fisiológica. Dependiendo de las necesidades la técnica puede ser la relajación progresiva de Jackobson, la respiración abdominal, la respiración lenta o cualquier otro método para desactivarnos fisiológicamente.
En este tipo de programas también se ayuda al paciente a modificar creencias y pensamientos asociados a los ataques de ansiedad. Con el fin de reinterpretar los síntomas, para así no caer en sesgos cognitivos de catastrofización, y otorgar la importancia que se merece a cada sensación.
También hay una fase de exposición a los síntomas. Lo que se conoce como exposición interoceptiva. Es decir, se provocan los síntomas en un entorno controlado y con una intensidad baja, para que el paciente comience a tolerarlos. Poco a poco se va ganando sensación de control.
Después, se hace una exposición gradual a todas las situaciones que generan miedo o que se evitan. Normalmente suelen ser lugares en los que es difícil escapar como el transporte público o el cine, o lugares concurridos, como centros comerciales, determinadas actividades en las que hay miedo a perder el control, como por ejemplo conducir o situaciones sociales en las que el miedo principal es a tener que pedir ayuda.
La duración depende principalmente de la gravedad de los síntomas. Hay casos que se pueden solucionar en un par de meses y otros que requieren intervenciones más largas. Dependiendo del grado de evitación. Por ejemplo, no es lo mismo ayudar a una persona que no tiene sontomas de agorafobia a controlar los ataques de ansiedad, a ayudar a alguien que lleva años encerrado en casa.
Causas de los ataques de ansiedad
El primer ataque de ansiedad puede ser producido por multitud de factores, desde acumulación de estrés, consumo de sustancias o situaciones estresantes agudas y puede aparecer en cualquier situación. Normalmente la vivencia de este primer ataque o crisis suele ser muy desagradable, y aparecen un buen número de los síntomas que describíamos más arriba, los más comunes suelen ser las palpitaciones, la respiración agitada o la presión en el pecho.
Normalmente, las personas que sufren ataques de ansiedad, recuerdan perfectamente la primera vez que sufrieron esta sensación, y lo suelen describir como el peor momento de su vida.
La primera de las causas, es precisamente la falta de información a cerca de la ansiedad. Por ello, comienzan las interpretaciones catastrofistas de los síntomas. Al no saber qué nos está pasando, tendemos a pensar en lo peor.
El problema, es que al acudir al médico de atención primaria, con una duración media de siete minutos por consulta, el profesional no tiene tiempo de explicar lo que ha ocurrido, por lo que generalmente se recurre al tratamiento farmacológico para aliviar los síntomas.
Al final, las interpretaciones catastrofistas de los síntomas generan miedos irracionales que se mantienen en el tiempo. Sobretodo el miedo a que se repita la experiencia de nuevo. Precisamente esta anticipación, hará que la persona esté muy pendiente de sus reacciones fisiológicas, en algún momento, fruto de la desinformación y el sesgo atenciones hacia las sensaciones físicas, se producirá un nuevo ataque de ansiedad.
Se irá desarrollando el miedo a tener miedo, hasta el punto de sensibilizarse tanto a las sensaciones de ansiedad que algunas personas refieren “no poder soportar sentirla”. Aunque el miedo y la ansiedad son emociones que nos ayudan en nuestro día a día y nos preparan para actuar con eficacia, por lo que es imposible evitar sentirse de esta manera.
El problema se acentúa con el consumo de ansiolíticos. Que aunque no es el tratamiento de elección en base a la evidencia científica, sí que es el más común. Estas sustancias cortan químicamente el ataque de ansiedad, por lo que no dejan a la persona interpretar de forma correcta sus síntomas, manteniendo los miedos.
Este círculo vicioso es el responsable de la aparición y desarrollo del trastorno de pánico.
Ataques de ansiedad durmiendo
Hay un tipo de ataque de ansiedad que ocurre durmiendo que perturba especialmente a las personas que lo padecen. Sobretodo porque no hay control ninguno sobre su aparición. El problema de los ataques de ansiedad nocturnos es que suelen ocasionar miedo a quedarse dormido, por lo que todas las noches los pacientes con este tipo de problema lo pasan realmente mal y sufren síntomas asociados al estrés.
Lo que ocurre durante el sueño, es que se procesa información emocional. Sobretodo en algunas fases concretas del mismo. Durante este procesamiento, puede ocurrir que el sueño, en lugar de ser tranquilo y reparador, de lugar a una pesadilla, con alta activación fisiológica, lo que puede desencadenar un ataque de ansiedad mientras dormimos.
La clave para dejar de tener ataques de ansiedad mientras dormimos, es la misma que para dejar de tener ataques de ansiedad en general, es decir, básicamente perder el miedo a las sensaciones fisiológicas. De este modo, las reacciones emocionales ante los síntomas físicos, tanto en estado de vigilia como mientras dormimos, serán cada vez menores.
Descripción de ataques de ansiedad
Tradicionalmente se ha dado un peso muy importante dentro de los ataques de ansiedad a la hiperventilación. Es decir, a la respiración acelerada, lo que ocasiona, como ya hemos visto, el aumento de la activación fisiológica y el estrés.
Una de las sensaciones más comunes dentro de los ataques de ansiedad, es precisamente la sensación de falta de aire. Aunque lo cierto es que en esos momentos la saturación en sangre el oxígeno es alta. Pero ante la incomprensión de esta sensación, la persona hace esfuerzos por respirar cada vez más hondo, lo que produce la entrada de aún más oxígeno.
En los últimos años, se ha dado mucho más peso a los factores cognitivos, tales como la atención a las sensaciones fisiológicas y la interpretación catastrofista de las mismas. Generalmente, cuando atendemos a estas señales fisiológicas, estas aumentan, lo que producen aún más miedo.
Una de las claves de la aparición y el mantenimiento de este problema son las interpretaciones catastrofistas de los síntomas fisiológicos. Como describíamos más arriba, es común que las personas con ataques de ansiedad piensen que van a sufrir un desmayo, van a volverse locas, tener un infarto o perder el control. Estas interpretaciones desatan la emoción del miedo, por lo que incrementan aún más las respuestas fisiológicas, lo que produce a su vez nuevas interpretaciones catastrofistas.
Por ejemplo, imagínate que notamos palpitaciones fuertes en el corazón. Focalizamos la atención en ellas, y descubrimos que cada vez son más fuertes y más aceleradas. En un momento pensamos que nos está dando un infarto. Ante esta idea, surge el miedo, lo que provoca un incremento de las sensaciones corporales desagradables. Descubrimos que tenemos opresión en el pecho y dificultades para respirar, lo que confirma nuestras sospechas. Hacemos esfuerzos para respirar hondo e incrementamos la saturación de oxígeno en sangre. La activación es cada vez mayor. Probablemente acabemos en urgencias donde nos harán un electrocardiograma y descubrirán que no tenemos nada. Solamente un ataque de ansiedad.
El problema es que cuando acudimos al médico de urgencias, lo más probable es que nos administren un fármaco que reduzca los niveles de ansiedad. A corto plazo nos puede ayudar, pero a largo plazo no aprenderemos a reinterpretar las sensaciones físicas, por lo que cuando vuelvan a aparecer se desatará de nuevo el ataque de ansiedad y haremos lo que hemos aprendido a hacer para reducirla, tomar más fármacos.
Esta espiral nos lleva a evitar cada vez más situaciones por miedo a tener un ataque de ansiedad. Es lo que se llama el miedo al miedo y que es la génesis del trastorno de pánico.
Ataques de pánico con agorafobia
Después de haber sufrido el primer ataque de ansiedad, la persona que lo sufre, no suele tener información a cerca de lo que le ha ocurrido, por lo que la experiencia suele ser bastante desagradable. Los ataques de pánico tienen de repetirse y se puede desarrollar un trastorno de pánico con o sin agorafobia. Lo que genera fuertes reacciones de estrés, que promocionan nuevas apariciones de los ataques llegando en ocasiones producir un trastorno.
Cuando comienzan a aparece estas crisis de forma inesperada, suele desarrollarse un temor a que aparezcan, puesto que son desagradables. A veces se producen cambios en el comportamiento, es decir, la persona tiende a evitar ciertos lugares donde siente que es más probable que se repitan este tipo de crisis.
Poco a poco comienza a desarrollarse el trastorno de pánico con agorafobia, es decir, la evitación de aquellas situaciones relacionadas con la ansiedad. Las más típicas al principio son lugares concurridos, trasporte público, lugares abiertos sin gente o actividades como conducir. Precisamente por el miedo a las consecuencias de tener un ataque de ansiedad en este tipo de lugares.
Las buenas noticias es que solamente una de cada cinco personas que sufre un ataque de ansiedad acaba desarrollando un trastorno de pánico (ver artículo original)
La clave está en las conductas de evitación. Es decir, las personas que padecen este tipo de problema, comienzan a evitar determinados estímulos con el fin de prevenir posibles ataques de pánico. Cuando no consiguen evitar estas situaciones lo pasan realmente mal, se ponen nerviosas anticipando el posible ataque. Paradójicamente, esta ansiedad, genera activación fisiológica, lo que puede desencadenar, como hemos visto, un nuevo ataque de ansiedad.
Al ocurrir esto, la persona confirma que efectivamente la situación que anticipaba como peligrosa le ha producido un nuevo ataque de ansiedad (sin entender que en realidad es la malinterpretacion de estas sensaciones físicas la culpable de la crisis). Por ello, evita con más ahínco estos estímulos.
En los ataques de pánico con agorafobia es que no hay remisión espontánea, y cada vez se van generalizando más situaciones, por lo que el círculo en el que se encuentran seguros, cada vez es más pequeño. En los casos más graves, llegan a encerrarse en casa durante años. Incluso no llegan a estar seguros en algunas habitaciones. Por ello es muy recomendable acudir a terapia cuanto antes.
Conclusiones
Los ataques de pánico son realmente comunes. La falta de información acerca de las emociones y la ansiedad, producen una malinterpretación de los síntomas fisiológicos que acaba pasándonos factura. En los casos más gráaves se llega a desarrollar trastorno de pánico con agorafobia. Las personas que lo sufren suelen vivirlo con mucho sufrimiento y estrés.
Las buenas noticias son que el tratamiento psicológico es realmente eficaz para este problema. Lo que ocurre es que los pacientes rara vez tienen acceso a este tipo de intervención, lo que ocasiona una cronificación de los síntomas.
La recomendación final no puede ser otra que la de acudir a un profesional si notas alguno de estos síntomas. La terapia psicológica validada científicamente para este problema es de corte cognitivo conductual, al final ahorrarás tiempo y dinero.
Y tu ¿Alguna vez has sufrido un ataque de ansiedad?
Es uno de los mejores artículos que he leido. Llevo años con ansiedad y aquí está tan bien explicado que me he quedado sorprendida. He leido mucho sobre el tema y creo que si hubiera encontrado esta descripción tan buena hace tiempl, todo hubiera sido más facil. Gracias
Me alegra mucho que te haya gustado. El propósito del artículo era precsamente ese. Intentar esclarecer toda la información psoible acerca de los ataques de ansiedad.
Un abrazo fuerte Candelaria
Yo sufrí ataques de ansiedad, hace muchos años, cuando terminé mis estudios, ya que estudié dos carreras universitarias al mismo tiempo, y los ataques comenzaron cuando ya no tenía ese nivel de actividad y las becas terminaron. Acudí con una psiquiatra, quien quería administrarme medicamentos, pero yo misma caí en la cuenta que ya desde niña había tenido ese tipo de ataques y que no iba a pasarme nada malo. De hecho, lo que hizo que me «curara» fue viajar en avión, donde me dió un ataque de ansiedad y simplemente dejé que me diera, sólo puedo decir que después de un ataque así, existe la mayor calma, paz y tranquilidad que uno pueda sentir. Al paso de los años, he descubierto que cuando empiezo a sentir síntomas de ello, es que no me siento plenamente feliz o que no estoy satisfecha con lo que hago en mi diario vivir. Son como «señales» de alerta que me permiten analizar qué es lo que no anda bien y cambiarlo.
Has encontrado el equilibrio en referencia a la ansieadd Giselle. Esta emoción, justamente nos sirve para lo que tu la utilizas… Felicidades.
Un abrazo fuerte
A menudo la falta de información adecuada hace que hagamos de una cosa pequeña una bola enorme. Los ataques de ansiedad son cada vez más comunes y por desgracia parece que en muchas ocasiones los pacientes solo encuentran como resupuesta un diacepam.
Gracias por compartir el artículo, me parece muy útil y necesario.
¡¡Gracias a ti Núria!! un placer que te gusten los artículos.
Un abrazo
Gracias Jesús por el artículo!
¡Gracias a ti!
Me ha encantado el artículo. Es francamente interesante y muy esclarecedor. Gracias por compartirlo.
¡Gracias a ti María!
Gracias Jesús por el articúlo me parece muy interesante.
¡Gracias a ti!
muy bueno su articulo sera de mucha ayuda para mi personalmente
ME alegro que te esté sirviendo 🙂
Hola dr. Es muy buena su explicación
Buenos días oiga a mi me dio mucho miedo después que corrí un poco y me falto el aire desde ese día no puedo hacer ningún esfuerzo porque siento que me va a dar un infarto ya llevo 15 años así . Eso puede ser un ataque de ansiedad? Gracias por su respuesta
Hola Daniel,
Pues la verdad es que sí que parecen ataques de ansiedad. Habría que evaluarlo bien.
Un saludo