Las preocupaciones o rumiaciones son cogniciones que irrumpen continuamente en nuestra conciencia y que nos hacen experimentar emociones negativas. En general son respuestas ante situaciones problemáticas o intentos de búsqueda de soluciones.
El problema es que generalmente la búsqueda de soluciones no es eficaz y lo único que hacemos es dar vueltas y más vueltas sin llegar a una solución adecuada. Generalmente la aparición de este tipo de pensamientos se acentúa cuando estamos ansiosos.
La estrategia mas común para superar las preocupaciones es hacer esfuerzos cognitivos por parar el pensamiento, pero la paradoja es que haciendo esto lo que hacemos es precisamente lo contrario a lo que intentamos. Fomentamos la preocupación.
En primer lugar, has de saber que el pensamiento no es un proceso controlable al 100% por ti. Es más, te voy a poner un ejemplo. NO PIENSES EN UN ELEFANTE ROSA. NO PIENSES EN UN ELEFANTE ROSA. NO PIENSES EN UN ELEFANTE ROSA.
Seguramente el 90% de los que estáis leyendo esto habrá pensado en el ELEFANTE ROSA. Es normal. Generalmente cuando hacemos intentos de supresión del pensamiento lo que ocurre es que el pensamiento surge en la conciencia con mucha más fuerza.
Con las preocupaciones ocurre lo mismo. Cuando se lo explico a mis pacientes me gusta poner el siguiente ejemplo, todavía no ha habido ninguno que no lo haya entendido así. «Imagínate que estas en pleno mes de agosto en la playa. Intentas leer un libro, pero constantemente se te viene a la cabeza el estribillo de la canción del verano. Intentas quitártela de la cabeza. Lo consigues, pero a los dos minutos vuelve. Estas así durante horas.»
Paradójicamente lo que deberíamos hacer para evitar que la canción se nos siguiese viniendo a la cabeza sería escucharla y cantarla cinco o seis veces seguidas. Precisamente es esto lo que vamos a hacer con las preocupaciones.
Como ya hemos visto, intentar hacer esfuerzos por no preocuparte lo único que va a traer es preocuparte más. Así que lo que haremos será preocuparnos a posta. Si, has odio bien. Preocuparnos a posta. Como nuestro cerebro no nos va a dejar en paz si no le hacemos caso, lo que vamos a hacer es seleccionar una hora del día para preocuparnos.
Durante 30 o 40 minutos lo único que haremos será eso. Sin distracciones. Solo preocupación. Me dirás que te hace sentir mal y que es precisamente lo que quieres evitar. Y yo te digo, si total… Te vas a preocupar de todas formas. ¿No es mejor seleccionar la hora que nos viene mejor? Paradójicamente verás que cuando lo hagas varios días seguidos, la frecuencia de las preocupaciones baja durante el resto del día. Cuando lleves un par de semanas verás que la intensidad de las emociones que te provocan estos pensamientos ha disminuido.
Espero que te haya gustado el post. Yo lo he hecho con todo mi cariño y mi buena fe. Si persisten las preocupaciones y sientes que afectan a tu día a día consulta a un profesional.
hola jesus, jajaja lo pondre en practica, luego te cuento como me va! …un abrazo y gracias…
Espero que te sirva. 😉
Mientras mas huyes, mas te sigue… Solo enfrentándolo… Me gusta
😉
Buenas me gustaria saber como,no ponerme nerviosa,cuando estoy con mi hija en la playa cuando esta en el mar me suelo,poner muy nerviosa
Que te preocupes cuando está tu hija en el mar es algo natural. La ansiedad y el miedo surgen cuando evaluamos un estímulo como peligroso. Son emociones que nos ayudan a actuar en situaciones de peligro. La mejor forma de superar la situación es seguir enfrentándote a ella. Poco a poco tu cerebro entenderá que la situación no tiene tanto peligro como él cree. Eso si, toma precauciones, lo primero es la salud de tu hija.
Un abrazo Eva
Hola. Muchas gracias por el consejo. De todas formas, como practicante budista e instructor de meditación, me llama la atención que ni se mencione la posibilidad de analizar el problema para ver a qué se debe.
Cuando experimentamos cualquier tipo de sufrimiento, ya sea una depresión profunda o cualquier pequeña manía que nos molesta, si no se corta de raíz el origen, la semilla, la causa, tarde o temprano volverá a reproducirse. Es como si la puerta de un armario no cierra bien y decidimos que lo mejor es apelotonar a empujones toda la ropa que hay dentro: Mientras haya trastos desordenados detrás, seguirá existiendo el potencial de que la puerta vuelva a abrirse otra vez. Si por el contrario, nos paramos a pensar, nos preguntamos cómo hemos llegado a esta situación, por qué me siento mal, por qué estoy triste, preocupado, irascible o lo que sea, no como pregunta retórica sino realmente fijándonos, localizaremos el error y podremos solucionarlo. Cuando perdemos una cosa, hacemos un repaso mental de todos los sitios por los que hemos pasado, las cosas que hemos hecho… y observando paso a paso es más fácil acordarnos de dónde lo hemos perdido. Cuando tenemos una preocupación o nos sentimos mal en cualquier sentido, ya sea tristeza, enfado, decepción, envidia, etc. lo más práctico sería pararnos a pensar de forma honesta y minuciosa por qué me siento así: Estoy de mal humor porque mi mujer no me entiende. Estoy preocupado porque en mi trabajo están despidiendo a mucha gente. Me sienta mal pasar desapercibido en las reuniones sociales. Estoy deprimido desde que murió mi madre. O lo que sea. Cuando identificamos el origen, la semilla, entonces analizamos la circunstancia que hace que esa semilla germine, que en este caso sería nuestra reacción, nuestra actitud: ¿Estar malhumorado hará que todo vaya mejor con mi mujer? ¿Hay más o menos probabilidad de despedirte según te preocupes más o menos? ¿Realmente es importante ser el centro de atención? ¿Revolcarte en la tristeza hará que tu madre resucite? Es muy importante ser honestos. Entonces, identificando tanto la causa como las circunstancias, nos daremos cuenta de que en la inmensa mayoría de las situaciones, el malestar no viene de fuera sino que obedece a nuestra propia ignorancia: Actuamos de forma impulsiva, instintiva, según «nos parece» que es lo «lógico», cuando no es más que ignorancia: Ignorar que la tristeza no resucita a los muertos, ignorar que resoplar más no hará que llegue antes el autobús, ignorar que el mal humor no hará más que crear más problemas…
Me ha llamado la atención que se hable de preocupaciones y ni se mencione el por qué está uno preocupado. Un saludo.
¡Hola Carlos!
En primer lugar, muchísimas gracias por tu comentario. Suscribo absolutamente todo lo que señalas en él. Al final, en mi lenguaje, de lo que hablas es del proceso de regulación emocional completo.
Estoy absolutamente de acuerdo en la necesidad de estar abiertos a la emoción, a aceptarla, no juzgarla, entender qué nos quiere ecir, analizar los desencadenantes y por último actuar para regularla.
La técnica que desribía en este artículo se refiere más a un patrón de pensamiento que genera mucho sufrimiento. Muchas veces, ante una emoción de ansiedad o malestar, la forma que tenemos de actuar es preocupándonos. Son intentos de controlar lo incontrolable. Pero generalmente, hacemos esfuerzos por escapar de estos pensamientos.
Lo que intentaba trasladar, es una técnica muy especifica ante un tipo de pensamientos recurrentes en los cuales ya no hay toma de decisiones pendientes ni nada que analizar. Simplemente se nos viene a la cabeza algo que nos preocupa y no tiene solución a corto plazo.
Espero habértelo aclarado.
Un abrazo muy fuerte