Trastorno de ansiedad generalizada

por | 20 Nov, 2018 | ansiedad

Si hay un trastorno que me maravilla es el trastorno de ansiedad generalizada. Desde siempre he tenido especial interés en este tipo de problemas y es que aunque puede representar un gran sufrimiento para las personas que lo padecen, todos tenemos un puntito de TAG (trastorno de ansiedad generalizada), ya que todos en algunas ocasiones nos preocupamos demasiado por determinados estímulos.
En el caso de las personas que sufren el TAG, este estilo de pensamiento rumiativo se generaliza a todas las áreas de su vida, por lo que pasan la gran parte del tiempo preocupándose por diferentes estímulos. Muchas veces ellos mismos se dan cuanta de lo “absurdo” de sus anticipaciones, entienden que sus evaluaciones de la realidad son tremendamente catastrofistas, pero no pueden o no saben dejar de preocuparse por ellas. No te preocupes, que tiene solución. Sigue leyendo. 

¿Qué es el trastorno de ansiedad generalizada?

La principal característica de este problema es la preocupación y la ansiedad constante sin que haya una causa justificada para ello. 
Las personas que padecen TAG suelen permanecer preocupados por multitud de áreas de su vida. Es normal que cuando un paciente con TAG llega a la consulta y le preguntamos qué le ocurre, no sabe especificar con precisión qué área de su vida está afectada, ya que su estilo de pensamiento las abarca todas y se suelen ver afectadas. 
Normalmente estas personas viven con gran sufrimiento, muchas veces sin necesidad de tener circunstancias especialmente difíciles, lo que les hace sufrir es su tendencia a predecir catastróficamente el futuro. 
Por ejemplo, una persona con TAG, ante una visita al médico para una revisión rutinaria, puede anticipar que le van a detectar una enfermedad grave. O ante el examen de uno de sus hijos anticipar no solamente el suspenso, sino el fracaso escolar y laboral del niño (aunque se esté adelantando 30 años). 
Puede parecer excesivo, pero todos cuando entramos en el típico bucle de preocupación tendemos a hacer lo mismo. Si bien es cierto que la frecuencia, la intensidad y la duración de las preocupaciones probablemente sean menores. 

Diagnóstico del trastorno de ansiedad generalizada según el DSM V

El DSM, junto con la CIE son los manuales diagnósticos por excelencia en el mundo de la salud mental. Según la última versión del DSM, el DSM V, se puede diagnosticar TAG si se cumplen los siguientes criterios.
Ansiedad y preocupaciones excesivas (anticipación aprensiva), que se produce durante más días de los que ha estado ausente durante un mínimo de seis meses, en relación con diversos sucesos o actividades (como en la actividad laboral o escolar).

  • Al individuo le es difícil controlar la preocupación.
  • La ansiedad y la preocupación se asocian a tres (o más) de los seis síntomas siguientes (y al menos algunos síntomas han estado presentes durante más días de los que han estado ausentes durante los últimos seis meses (Nota: En los niños, solamente se requiere un ítem):
    1. Inquietud o sensación de estar atrapado o con los nervios de punta.
    2. Fácilmente fatigado.
    3. Dificultad para concentrarse o quedarse con la mente en blanco
    4. Irritabilidad.
    5. Tensión muscular.
    6. Problemas de sueño (dificultad para dormirse o para continuar durmiendo, o sueño inquieto e insatisfactorio).
  • La ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
  • La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga, un médicamente) ni a otra afectación médica (p. ej., hipertiroidismo).
  • La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental (p. ej., ansiedad o preocupación de tener ataques de pánico en el trastorno de pánico, valoración negativa en el trastorno de ansiedad social (fobia social), contaminación u otras obsesiones en el trastorno obsesivo-compulsivo, separación de las figuras de apego en el trastorno de ansiedad por separación, recuerdo de sucesos traumáticos en el trastorno de estrés postraumático, aumento de peso en la anorexia nerviosa, dolencias físicas en el trastorno de síntomas somáticos, percepción de imperfecciones en el trastorno dismórfico corporal, tener una enfermedad grave en el trastorno de ansiedad por enfermedad, o el contenido de creencias delirantes en la esquizofrenia o el trastorno delirante.

Causas, etiología y mantenimiento del trastorno de ansiedad generalizada

Como en todos los trastornos psicológicos, el desarrollo y el mantenimiento del problema suele obedecer a causas de corte genético y ambientales. Es decir, la biología, el ambiente y la interacción de ambos.
En el caso de los trastornos de ansiedad, heredamos una predisposición a sufrirlos (no tiene por qué ser el mismo trastorno de ansiedad que sufren nuestros familiares, puede ser otro), y dependiendo de nuestro entorno, nuestra educación y las experiencias que tengamos, podemos desarrollar un trastorno de ansiedad generalizada. 

Factores de riesgo

Como decíamos, desarrollar un TAG depende de múltiples factores. No se trata de una enfermedad como tal (de origen puramente médico), sino que es un patrón de comportamiento que nos genera sufrimiento. 
Por ello, hay varios factores que pueden hacernos caer en este tipo de problemas. 
El primero de ellos hace referencia a nuestros genes. Como te decía más arriba, parece que se hereda una predisposición a padecer trastornos de ansiedad. Probablemente tiene que ver con la sensibilidad que tenemos a experimentar esta emoción y con los patrones de activación cerebral cuando aparecen ciertos estímulos que generan miedo. 
En segundo lugar, tenemos que tener en cuenta la educación y las experiencias que vamos teniendo. Nuestros hijos tienden a repetir lo que ven en nosotros, por lo que si ven que nos preocupamos continuamente, seguramente copiarán, aunque sea de forma involuntaria, nuestros patrones de pensamiento.
Por otro lado, también tenemos que tener en cuenta que desde jóvenes nos entrenan para preocuparnos por el futuro, ya desde el primer día de clase a los 3 años, nos pregunta qué queremos ser de mayores. Es decir, fomentan que anticipemos más de 15 años. También durante nuestros primeros años nos suelen mandar mensajes como “tienes que preocuparte por tus cosas” y hasta nos lo refuerzan. Como por ejemplo cuando nos pasamos semanas “preocupados” por un examen que al final aprobamos (no sin sufrir mucho antes) y nos premian con halagos en referencia a lo responsables que somos. 
Otro factor importante de riesgo en el desarrollo del TAG es la personalidad. Las personas más neuróticas y tendentes a evitar situaciones en las que pueden sentir ansiedad tienen mayor probabilidad de desarrollar este problema. 
Si te das cuenta, son muchos los factores que influyen, y a veces el TAG está tan arraigado que parece más la personalidad de la persona que un trastorno de ansiedad. 

Bases neuronales del trastorno de ansiedad generalizada

Los estudios son muy escasos, por lo que todavía no se sabe demasiado sobre las bases cerebrales del TAG. Lo que sí que se ha demostrado es que parece haber menos activación en la corteza prefrontal y en cortes cinglado anterior. 
Aunque existan este tipo de evidencias, no quiere decir que el trastorno no se pueda tratar con psicoterapia. Normalmente en los estudios en los que se evalúan las bases neuronales de los trastornos antes y después del tratamiento, suele haber cambios en la activación de determinadas áreas. 

Desarrollo del trastorno de ansiedad generalizada

El desarrollo del TAG no es de la noche a la mañana, como puede pasar en otros trastornos de ansiedad como el trastorno de pánico o el estrés post-traumático, sino que suele ser incisivo. Es más un aprendizaje paulatino que se va haciendo y tiene mucho que ver con las ideas irracionales que podemos tener en torno a la preocupación. 
Normalmente, según el modelo de Wells de la Ansiedad Generalizada, los pacientes que sufren este trastorno suelen tomar la preocupación como un estilo de afrontamiento. 
A veces las situaciones vitales a las que nos enfrentamos tienen una fuerte carga de incertidumbre o puede que en determinadas situaciones no podamos hacer nada. Los pacientes con TAG han aprendido a afrontar estos estímulos preocupándose. 
Como llevamos señalando unas líneas, normalmente el TAG es consecuencia de la interacción del individuo on su entorno (Genética y ambiente)

Mantenimiento del trastorno de ansiedad generalizada

Según el modelo de Wells, como decíamos, los pacientes con TAG han aprendido a afrontar las situaciones que les generan malestar preocupándose. 
Ante determinados estímulos, se activan las metacogniciones positivas (por ejemplo, preocuparme me ayuda a afrontar), lo que activa las preocupaciones tipo 1, que suelen tener que ver con anticipaciones catastrofistas en torno a un área específica del individuo (por ejemplo: ¿Y si mi hijo suspende? ¿Y si me echan del trabajo? ¿Y si mi pareja me abandona?). Al activarse estas preocupaciones, aparecen las metacogniciones negativas (por ejemplo: “no voy a poder parar de preocuparme) lo que desemboca en la activación de las preocupaciones tipo 2 que tiene que ver con la relación que tenemos con nuestro estilo rumiativo de pensamiento (por ejemplo, si me sigo preocupando así voy a enfermar). 
Este patrón de respuesta mantiene los niveles de ansiedad constantes en el individuo y aprender a estar preocupados todo el tiempo. Lo que genera mucho sufrimiento y mantiene las ideas negativas hacia sus experiencias internas. 
Se produce lo que Wells denomina CAS (síndrome cognitivo atencional) que consiste en preocuparse, rumiar, fijar la atención en estos procesos y elegir estilos de afrontamiento poco útiles.
Parece que las creencias irracionales en torno a las preocupaciones son las que mantienen el problema. Tanto las metacogniciones positivas (aquellas creencias que tiene le paciente en torno a que preocuparse tiene beneficios) como las metacogniciones negativas (aquellas ideas en torno a que la preocupación es dañina) ejercen un poder brutal sobre el bienestar de la persona. 

Síntomas y signos del trastorno de ansiedad generalizada

Los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada pueden ser muchos y muy variados. Pero el síntoma central que explica el trastorno es la presencia de preocupaciones. 

Síntomas y signos cognitivos

Preocupación persistente o desmesurada por asuntos que, en principio, no deberían ser tan importantes. Pensar demasiado sobre los planes o los posibles resultados catastróficos de la toma de decisiones. Además, suelen tener problemas para dejar de lado la preocupación, ya que su atención se localiza en ella. 
Percepción de estímulos como amenazantes a pesar de que objetivamente no suponen ningún riesgo. 
Dificultad para tomar decisiones. Al evaluar cada uno de los posibles resultados y anticipar cada una de las posibles catástrofes, en lugar de tomar decisiones de una manera eficaz, suelen afrontar las dificultades preocupándose. Además, suelen tener dificultades para concentrarse.

Síntomas y signos emocionales

Dificultad para relajarse. Suelen estar ansiosos la mayor parte del tiempo. Además evalúan este hecho como amenazante, lo que les produce aún más ansiedad. 
Dificultades para gestionar la incertidumbre. Suelen tener una necesidad de control alta. Si no pueden controlar cada una de las variables, suelen encontrarse inseguros y nerviosos. 
Tendencia a la irritabilidad. Suele ser común que las personas que padecen un TAG se encuentren frecuentemente más irritables de lo normal. 

Síntomas y signos fisiológicos

Suele aparecer cansancio, ya que estar ansioso consume muchísima energía. Por lo que el desgaste emocional y físico que produce la preocupación constante, suele repercutir en la energía de la persona.
Además, también suelen aparecer problemas para conciliar y mantener el sueño. Quedarse dormido supone desactivar fisiológicamente hablando el organismo, cuando estamos preocupados y ansiosos el efecto es justamente el contrario, por lo que la calidad del sueño se ve  afectada.
Suelen aparecer problemas musculares debido a que una de las respuestas típicas de ansiedad es el incremento de la tensión muscular. Por ello, es frecuente que aparezcan contracturas en el cuello y en la espalda. 
Alta activación, que hace que sean propensos a los sustos y los sobresaltos. Como se encuentran en un estado de ansiedad alto, suelen evaluar estímulos neutros como peligrosos, lo que les hace reaccionar de forma súbita.
También un signo de que el sistema nervioso autónomo está activado es la sudoración y la sequedad de boca. A veces incluso llegando a las nauseas. 

Complicaciones y comorbilidad

El principal problema del trastorno de ansiedad generalizada es que afecta de manera significativa a todas las áreas de la vida de la persona. 
Estar preocupado cada minuto de nuestra vida puede llegar a ser desesperante. La tendencia a ponerse siempre en lo peor y evaluar cada una de las posibilidades que existen de que ocurra algo realmente malo, hace que sea difícil concentrarse en otra tarea. Por lo que obviamente suelen tener problemas asociados. 
Además, padecer un TAG puede elevar la probabilidad de sufrir un episodio depresivo. Ya que la persona experimenta indefensión aprendida ante sus preocupaciones. También puede aparecer con otros trastornos de ansiedad como el trastorno de pánico o las fobias, lo que complica aún más la capacidad de adaptación de la persona. 
A nivel puramente físico, puede empeorar otras condiciones como son los problemas digestivos, como el síndrome de colon irritable, dolor crónico, dolores descabeza y migrañas o problemas cardiovasculares. 

Tratamiento para la ansiedad generalizada

Hasta hace relativamente poco, el tratamiento psicológico cognitivo conductual para la ansiedad generalizada tenía una eficacia mucho menor en comparación con el tratamiento para otros trastornos de ansiedad situándose cerca del 50% (Fisher y Durham, 1999). 
El principal problema es que los esfuerzos se centraban en ayudar a cambiar el contenido de cada preocupación al paciente. Lo que exigía muchísimo esfuerzo por su parte para que los resultados llegaran. 
Pero con la aparición del modelo de Wells en 1999, las cosas han cambiado de forma radical. En lugar de centrarse puramente en el síntoma, lo que estipula Wells es intervenir en el proceso. En este caso en las metacogniciones. 
Los resultados de este tipo de terapia a parte de ser mucho mejores, también previenen recaídas. Algo que el antiguo tratamiento cognitivo conductual no conseguía siempre. 
Los esfuerzos de esta intervención se centran en en intervenir en las metacogniciones, pero no desucuidan otras áreas. Lo que lo hace tremendamente eficaz.
Además, desde 2010, con la aparición del tratamiento transdiagnóstico de Barlow, también contamos con herramientas para intervenir en el TAG. Se trata de un protocolo de tratamiento que es eficaz para todos los trastornos de ansiedad y del estado de ánimo (a parte de algún otro). Y que desde mi punto e vista, está suponiendo una auténtica revolución en la psicología clínica contemporánea. 

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2 Comentarios

  1. Paola

    Buenas Jesús Matos. Fui paciente tuya en ibermutuamur Sevilla. Me siente muy identificada con el TAG pues es mi día. Q puedo hacer al respecto.
    Gracias de antemano

    Responder
    • Jesús Matos

      ¡Hola Paola!
      Me acuerdo de ti 😉
      Pues lo mejor que puedes hacer es tratarlo… Porque con las nuevas investigaciones, la mejoría que experimentan los pacientes con TAG, es increíble, y en mucho menos tiempo de lo que pensamos..
      Eso sí, asegúrate de que a quien acudes sabe lo que es la «Terapia metacognitiva de Wells» (No es fácil….).
      Cualquier duda, me dices 😉

      Responder

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