Vamos a inaugurar una nueva sección en el blog en la cuál los encargados de escribir los artículos van a ser los alumnos de prácticas que están formándose con nosotros en En Equilibrio Mental.
En este caso, le toca a Elena Romero, psicóloga, Máster en Psicología Legal y Forense por la Universidad Complutense de Madrid y estudiante del Máster de Psicología Clínica de la misma universidad.
Os dejo con ella
¿Qué es la indefensión aprendida?
Quizá no es un término muy sonado, pero sí que se da mucho en la actualidad. Para ponernos en contexto:
En 1967 Seligman y Maier llevaron a cabo un experimento para estudiar el comportamiento en animales dependiendo de si sus conductas eran o no reforzadas
Utilizaron 3 grupos de perros en el experimento:
- En el grupo 1: Se colocaba a los animales sujetos por un arnés mientras se les proporcionaban descargas eléctricas inesperadas en las patas traseras. Estos perros podían parar las descargas siempre que pulsaran con su hocico unos paneles situados a ambos lados de la cabeza.
- En el grupo 2: Aquí los perros no tenían la posibilidad de detener las descargas suministradas, recibiéndolas al mismo tiempo que los animales del grupo 1.
- El grupo 3: era el grupo control, en el que los animales no recibían ningún tratamiento.
En una segunda fase del experimento se les daba a todos los grupos la oportunidad de una vía de evitación de las descargas mediante la colocación de un segundo compartimento dentro de la caja donde estaban situados, para poder moverse allí al recibir el estímulo aversivo/descarga.
¿Y cuáles fueron los resultados? Los grupos 1 y 3 manifestaron la misma capacidad de aprendizaje de la nueva estrategia de evitación/escape, moviéndose al segundo compartimento. Sin embargo, el grupo 2 mostró un tremendo problema de aprendizaje de la nueva tarea. Este déficit constituye el llamado fenómeno de indefensión aprendida.
Esta dificultad del grupo 2 para aprender a evitar la descarga no podía obedecer al hecho de haber recibido las descargas previamente, ya que el estímulo se proporcionó igualmente en los tres grupos. El problema era debido a su incapacidad previa, en la primera fase del experimento, para poder controlar la descarga suministrada. En la primera fase, los individuos mostraban determinadas conductas pero ninguna tenía que ver con la consecuencia de parar de las descargas. Esto desarrolla en el animal la idea de que por mucho que haga no va a tener un control sobre la terminación del castigo, con lo que la conducta ante el estímulo termina por ser la inhibición en la segunda fase, en vez de la evitación/escape como los perros de los grupos 1 y 3.
Si buscamos una definición más clara, encontramos que, Según Seligman y Maier (1967), la indefensión aprendida es una condición psicológica caracterizada por una inhibición (cognitiva, conductual…) frente a situaciones amenazantes causada por un estímulo aversivo e impredecible sobre el individuo, sin disponer éste de un mecanismo para evitar dichas situaciones.
Esto lleva a la persona a un estado en el que no puede predecir ni controlar la situación, con lo que aprende a no reaccionar de ninguna manera.
Entender el desarrollo de la indefensión aprendida es muy importante, ya que es un proceso que limita las propias capacidades del sujeto, pudiendo generar así un descenso en su autoestima.
¿Cuál es el origen de la indefensión aprendida?
No hay una situación en específico que genere indefensión, sino que cada persona reaccionará de forma diferente dependiendo de cómo perciba la situación y de sus factores de protección (apoyo social cercano, personalidad segura, alta autoestima…).
Posibles causas que potencien la aparición de la indefensión:
- Estilos educativos paternos:
- Autoritarios: Suelen tener hijos con baja autoestima y que sevaloran negativamente (sienten que no están a la altura de las demandas paternas), viéndose incapaces de enfrentarse a situaciones adversas satisfactoriamente.
- Negligente o indulgente: Suelen tener hijos con problemas de conducta ya que están acostumbrados a conseguir lo que quieren a base de rabietas o conductas desafiantes. Más tarde, al no poder conseguir sus objetivos sin esfuerzo (en un contexto distinto al familiar), acaban frustrándose y sintiéndose incapaz de alcanzar sus metas.Ambos estilos tienen en común la respuesta de castigo por parte de los padres, bien por no responder ante exigencias estrictas en los autoritarios, o bien por intentar disminuir los problemas de conducta en los negligentes. Esto hace que los niños aprendan a que hagan lo que hagan, siempre serán castigados.
- Previa sintomatología ansiosa y estrés: Esto hace que una persona parta de una base en la que necesita tenerlo todo bajo control, es por ello que la aparición inesperada de estímulos aversivos (que se escapan de su control) genera un alto nivel de indefensión.
¿Cómo puedo identificar la indefensión aprendida?
Cuando una persona muestra indefensión, se puede observar por déficits en cuatro niveles:
- Cognitivo: Aparecen pensamientos de derrota, la persona se siente incapaz de encontrar soluciones al problema.
- Fisiológico: Bloqueo en la respuesta que resulta contraproducente en una situación adversa, nos quedamos quietos, inmóviles.
- Conductual: Aparece un retraso de la respuesta voluntaria hasta que poco a poco se extingue la conducta de lucha o huída. La persona se congela o bloquea y ya no busca alternativas de solución de manera espontánea.
- Emocional:Predomina el miedo ante la sensación de “no poder hacer nada”, en lugar de la rabia o la motivación que permitiría la defensa.
Quizá sea más fácil identificarlo a través de una fábula…Había una vez un niño muy curioso que fue al circo y se quedó maravillado al ver la actuación de un gigantesco elefante. Durante el intermedio del espectáculo, el chico se quedó todavía más sorprendido al ver que el mismo elefante permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una pequeña cadena que aprisionaba una de sus patas.“¿Cómo puede ser que semejante elefante sea preso de una estaca tan pequeña apenas enterrada unos centímetros del suelo?”, “Pudiendo liberarse con facilidad de esa cadena, ¿por qué no huye de ahí?”, pensó el chico hacia sus adentros.Finalmente, le preguntó al cuidador de elefantes del circo, recibiendo la siguiente respuesta: “El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a esa mismaestaca desde que era muy pequeño.”El cuidador continuó con su explicación: “Estoy seguro de que el pequeño elefante intentó liberar su pata de aquella cadena. Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos,no lo consiguió porque aquella estaca era demasiado dura y resistente para él.”“Después de que el elefante intentara un día tras otro liberarse de aquella cadenasin conseguirlo”, continuó el anciano”, llegó un momento terrible en su historia: el día que se resignó a su destino”. Finalmente, el cuidador miró al niño a los ojos y concluyó:“Ese enorme y poderoso elefante que tienes delante de ti no escapa porque cree que no puede. Todavía tiene grabado en su memoria la impotencia que sintió después de nacer. Y lo peor de todo es que no ha vuelto a cuestionar ese recuerdo. Jamás ha vuelto a poner a prueba su fuerza. Está tan resignado y se siente tan impotente que ya ni se lo plantea.
¿Qué puedo hacer para gestionar la indefensión aprendida?
Como hemos visto tanto en el experimento original como en la fábula anterior, la indefensión se trata de un comportamiento aprendido, por lo que se puededesaprender.
Lo principal de cara a mejorar o eliminar la indefensión aprendida es saber que no es un problema que se solucione dando indicaciones sobre qué o cómo debería hacerse para mejorar. Debemos tener en cuenta que la persona que lo padece tiene alterada su percepción de la realidad en cuanto a capacidad de solución de problemas se refiere. Por ello, en primer lugar es desestigmatizar a la persona, no haciéndolesentir culpable de “no querer buscar soluciones o alternativas a los problemas”.
Es importante que la persona vuelva a sentir que tiene control sobre su vida, potenciando así la capacidad de solución de problemas, su autoconcepto y su autoestima.
¿Es necesario acudir a terapia para gestionar la indefensión aprendida?
Como se ha mencionado antes, la indefensión aprendida puede conllevar sintomatología ansiosa e incluso depresiva. En estos casos la persona realmente está sumida en una idea sobre sí misma muy pasiva de cara a cualquier acontecimiento aversivo o estresante que pueda ocurrir en su día a día.
Es ahí cuando se debe valorar la terapia psicológica, para frenar esa sintomatología que, de no ser tratada, puede empeorar o cronificarse.
Desde el punto de vista psicológico, la mejor terapia para superar la indefensión aprendida es la terapia cognitivo-conductual, donde se trabaja la reestructuración cognitiva de los pensamientos disfuncionales, las habilidades sociales, la autoestima y la relajación.
Como complemento de un tratamiento o unos ejercicios recomendados por un psicólogo podemos ayudarnos a progresar siguiendo algunas pautas:
Involucrar a tus seres queridos: A parte del apoyo psicológico, busca también apoyo en tu círculo más cercano.
Escribir cómo te sientes y qué piensas: Es muy importante analizar nuestro diálogo interno, nuestra forma de hablarnos. Esto ayudará a evaluar objetivamente qué pensamientos son los que nos “estancan” en esa pasividad y así poder pararlos y buscar alternativas a esos pensamientos.
Asume retos que sean solucionables: Esto ayudará a mejorar la idea de autocontrol que tenemos, además de mejorar el autoestima y el sentimiento de autoeficacia.
Piensa en ti: Muchas veces, las personas son indefensión piensan más en las consecuencias de sus actos y en complacer a los demás. Es importante reflexionar acerca de uno mismo y tomarse a diario un momento para estar a solas.
¡Lo más importante!: Tener paciencia. Entiende que un comportamiento aprendido no es fácil de sobrellevar y superar; no seas injusto contigo mismo y date el tiempo que mereces.
Elena Romero Fernandez
0 comentarios