“Pero si vive genial, no ha perdido a nadie, no ha sufrido nada…”. La depresión no siempre viene motivada por la acumulación de sucesos trágicos, esta es una de las afirmaciones más comunes cuando hablamos de creencias sobre la falsa depresión.

El acceso a la información nos proporciona la facilidad para teclear un término en internet y obtener el diagnóstico, tratamiento y pronóstico de la mayoría de enfermedades. Esto ha permitido el desarrollo de una sabiduría popular errónea y ha favorecido a la popularización y apropiación de términos con un posterior uso equivocado.

La depresión supone que el cerebro trabaja a bajo rendimiento, como si tuviera una batería a punto de agotarse, afectando a las áreas del pensamiento, sentimiento y comportamiento, pudiendo aparecer en cualquier grupo de edad. Por lo general la depresión se asocia a un estado de ánimo decaído, las personas pierden interés general, lloran frecuentemente y no sienten ganas de realizar ningún tipo de actividad. Hay que explicar que una sola condición de estas no es determinante para diagnosticar la depresión.

Este es uno de los trastornos que parecen ser más conocido por todos, creemos saber que es y que implica este, lo cual genera confusiones y se han generalizado creencias sobre la falsa depresión. 

1. La depresión afecta a las personas adultas. Personas de cualquier edad pueden sufrir depresión causada por diversos factores como la ausencia de expectativas o la melancolía.
2. Las que más se deprimen son las mujeres. Lo cierto es que las mujeres saben detectar más rápidamente lo que sufren o asumen con mayor seguridad que los hombres, es por esto que el índice de personas que padecen depresión es mayor en el género femenino.
3. La depresión no depende de la persona. Asociamos la depresión a cierto tipo de circunstancias que suceden, y hay que saber que este trastorno no necesita causas y no tiene por qué estar vinculada a situaciones traumáticas.
4. Los antidepresivos son más elegidos entre las personas que sufren este trastorno,  pero es cierto que lo más eficaz es tratar el trastorno mezclando la terapia psicológica con la farmacológica.

Detectar problemas psicológicos es complicado porque no hay aspecto objetivos que determinen si un individuo tiene un trastorno o no. Estos son los trastornos que más suelen confundirse con la depresión.

Síndrome de fatiga crónica. Quien la sufre experimenta una fatiga continua y sin explicación que te permita entender por qué ocurre. Problemas para concentrarse, para dormir y dolores musculares, son síntomas que ambos trastornos comparten. La diferencia está en la motivación, las personas que sufren trastorno depresivo no se sienten motivadas con nada, mientras que las personas con fatiga crónica se sienten mal por no tener fuerzas para hacer aquello que realmente quieren.

Distimia. Para diferenciar dos trastornos muy similares con casi los mismos tratamientos, hay que señalar que la distimia es una especie de depresión pero mucho más leve, pero es crónica por lo que dura varios años o incluso toda  la vida.

Trastorno bipolar. Este desorden ocasiona prácticamente los mismos síntomas que la depresión, tiene dos fases, una de ellas es la depresión. La primera fase de del trastorno bipolar  marca la diferencia con la depresión, ya que la persona siente euforia, optimismo y energía por todo.

Estos son algunos de los síntomas para detectar el inicio de una depresión.

• Cansancio y falta de energía.
• Dificultad para conciliar el sueño.
• Estado de ánimo irritable.
• Dificultad para encontrar concentración.
• Sentimientos de inutilidad.
• Grandes cambios en el apetito.
• Dificultad para tomar decisiones.
• Sentimientos de desesperanza.
• Perdida de placer por las actividades que suelen ser usualmente placenteras.

Estos síntomas son el inicio de algo que se está produciendo, y que hay que saber detectar para no confundir con una falsa depresión. Lo más recomendable es que pidas ayuda a un especialista, que te proporcione un diagnóstico y  sabe cómo ofrecerte la más rápida recuperación.