En este post te hablamos del diagnóstico, del autodiagnóstico psicológico y del impacto negativo que puede tener en nuestra salud recurrir a estos últimos
‘Diagnóstico’ es una palabra que procede del griego antiguo y que apenas ha sufrido evolución morfológica. La palabra original era diagnostikós, que viene, a su vez, del prefijo ‘dia’, que significa ‘a través’ y ‘gnosis’, ‘conocimiento’.
Como observamos en su etimología, un diagnóstico médico – o propedéutica clínica – es ese procedimiento que permite a los especialistas identificar bien una enfermedad, bien un síndrome, bien cualquier estado de salud o enfermedad.
No deja de ser un juicio clínico acerca del estado psicofísico del paciente, es decir, que consiste en dar nombre a lo que le ocurre al paciente, que puede ser animal o humano.
¿Cómo se llega al diagnóstico clínico? Un especialista de la salud, colegiado, analiza los síntomas, signos y hallazgos que encuentra en el paciente, para posteriormente emitir un diagnóstico. Además, es importante recordar que un síntoma o conjunto de síntomas no tiene por qué ser equivalente a una enfermedad.
¿Qué tipos de diagnósticos hay?
Uno de los más habituales es el médico, realizado por un doctor y que se relaciona con la salud física – o la ausencia de ella – de las distintas partes o el conjunto de nuestro cuerpo.
El médico puede ayudarse de diversas herramientas diagnósticas como la anamnesis, es decir, el estudio de la información proporcionada por el paciente, el estudio de los síntomas y los signos, la exploración física, o a partir del resultado de pruebas médicas como las radiografías, las resonancias magnéticas o los análisis de sangre u orina.
Nosotros, en cambio, por la parte que nos toca, abarcaremos en este post el diagnóstico y autodiagnóstico psicológico, es decir, aquel emitido por un profesional de la salud mental, esto es, un psicólogo colegiado.
El psicólogo, al igual que el médico, estudia la información proporcionada por el paciente, así como los diversos síntomas, signos y hallazgos que encuentre en el mismo. No obstante, su campo es de la salud mental, es decir, el estado de nuestro yo interior o psicológico.
Requisitos de un buen diagnóstico psicológico
En primer lugar, es imprescindible que sea realizado por un profesional cualificado de la salud mental: una persona que cuente en su haber con la carrera de Psicología, actualmente correspondiéndose con un Grado Universitario de cuatro años.
Tras el grado, el estudiante debe realizar un Máster en Psicología Clínica o Sanitaria, lo que le da la formación específica que le permite dedicarse a los pacientes mediante diversas técnicas de intervención en los servicios sociales y de salud.
Estos profesionales están capacitados para llevar a cabo la evaluación, diseño y puesta en práctica de programas de intervención psicológica para la prevención y el tratamiento de trastornos de la salud mental, así como el aumento de la calidad de vida y bienestar social.
Aún queda un paso más en la carrera del joven psicólogo que desee dedicar su vida profesional a la atención psicológica: debe inscribirse en un Colegio Oficial, donde obtendrá su número de colegiado y estará habilitado para ejercer su trabajo.
Por ello, queda claro que aquellos psicólogos que nos atienden son grandes profesionales, formados durante años y que han pasado rigurosas pruebas para dedicarse a una profesión exigente.
Tipos de diagnósticos psicológicos
Los diagnósticos psicológicos pueden ser de dos tipos: sintomáticos y estructurales.
Los diagnósticos psicológicos sintomáticos son descriptivos, se basan en la agrupación de síntomas del paciente, que forman un síndrome. Si bien este tipo de diagnósticos son muy útiles para comunicar rápidamente a otros profesionales el sufrimiento del paciente, no son muy precisos a la hora de tener una idea de qué tipo de persona es, qué personalidad tiene, ni cuáles son sus maneras habituales de sentir, pensar y comportarse.
Los diagnósticos psicológicos estructurales consisten en descubrir cuál es la estructura de personalidad del paciente para comprenderlo como una persona completa y compleja. De este modo, se tendrá una idea clara de cómo funciona esa persona y se llegará mejor al tipo de tratamiento indicado. Cabe señalar que un diagnóstico de este tipo es siempre aproximativo, ya que el funcionamiento mental es complejo y puede cambiar a lo largo de la vida.
Los autodiagnósticos psicológicos
Los autodiagnósticos son aquellas evaluaciones que las propias personas afectadas se realizan a sí mismas, sin contar con la mirada experta de un profesional sanitario.
Estas personas consideran que pueden tener algún tipo de trastorno mental o varios, por lo que buscan información acerca de los mismos en diversas fuentes como libros o blogs.
Leen e interiorizan aquellos síntomas relativos al trastorno o trastornos y se ven en ellos, por lo que proceden a catalogar su sufrimiento, incluso llevando a cabo posteriormente tratamientos asociados al determinado trastorno.
Los autodiagnósticos psicológicos son más frecuentes de lo que parece, muchas personas tienen razones para recurrir a ellos en lugar de contar con un psicólogo especialista:
- Su personalidad tímida, reservada, insegura o acomplejada les provoca un fuerte rechazo a la hora de acudir a citas psicológicas, o les impide confiar en los psicólogos.
- Su trastorno altera su pensamiento lógico y comportamiento, frenándoles en el hecho de contar con ayuda de estos profesionales.
- Sienten que tienen falta de recursos para poder afrontar un tratamiento psicológico.
- Han sufrido una mala experiencia psicológica y piensan que volverá a ocurrir si conciertan citas.
Los peligros del autodiagnóstico psicológico
Aunque pueda parecer un recurso fácil, al alcance de todos y beneficioso, en realidad, recurrir al autodiagnóstico de forma seria puede ser muy peligroso. Te contamos los posibles peligros que puede entrañar:
- Creer que se tiene un trastorno mental cuando realmente los síntomas no alcanzan esta gravedad.
- Autodiagnosticar un trastorno mental por otro. Esto, además, provoca grandes daños si se decide uno a seguir por cuenta propia un tratamiento psicológico de un trastorno que no se padece.
- En muchas ocasiones, la persona, creyendo que padece un trastorno, puede sentirse acomplejada, insegura o temerosa.
- En otras ocasiones, cuando la persona queda convencida de que sufre un trastorno mental, puede autosugestionarse y comenzar a mostrar síntomas que antes no experimentaba.
- Si se decide a seguir un tratamiento por su cuenta, sin el control de un psicólogo, se puede perjudicar más aún su estado.
- Puede el paciente obsesionarse con su estado mental, desarrollando otros males psicológicos como ansiedad, hipocondría o depresión. Así como somatizar su trastorno.
- Puede romantizar la mala salud mental, dañando aún más su estado y retrasando su recuperación.
Es por esto por lo que se desaconseja firmemente el autodiagnóstico psicológico (¡también el médico!), porque implica muchos más peligros que beneficios y, sobre todo, porque podemos caer en el riesgo de poner nuestra salud mental en peligro.
Confiemos siempre en los médicos, psiquiatras y psicólogos, largamente formados y especializados en velar por sus pacientes. Solamente ellos, con su experiencia y profesionalidad sabrán determinar algo tan delicado como un diagnóstico para, posteriormente, mandar y controlar el tratamiento más adecuado. Solicita información y no te lances al autodiagnóstico.
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